En su despedida de México, Benedicto XVI da un mensaje ante los fieles que se congregaron dentro y fuera del Parque Guanajuato Bicentenario
SILAO, GUANAJUATO (26/MAR/2012).- Todos los días los fieles se contaron por miles. Ayer, en el punto cumbre de la primera visita del Papa Benedicto XVI a México, que fue la misa en el Parque Guanajuato Bicentenario, hubo por lo menos 600 mil personas, dentro y fuera del lugar, al pendiente de las palabras del jerarca católico.
Los boletos para la misa papal eran 300 mil y su distribución gratuita comenzó cuatro días antes de la llegada de Benedicto XVI. Sin embargo, esto no fue impedimento para que la cifra de asistentes se duplicara, según datos proporcionados por El Vaticano y el Gobierno del Estado.
La primera cifra que ofreció Federico Lombardi, vocero de El Vaticano, fue de medio millón de fieles prestando atención a la misa; más tarde, salió a rectificar en conferencia de prensa que eran 640 mil. El Gobierno del Estado reforzó este último conteo, pues dijo que fueron 650 mil personas.
Durante la misa, Benedicto XVI pidió a los fieles católicos prepararse para celebrar la Semana Santa, “especialmente en los momentos de dolor y esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y otros de Latinoamérica”.
En el acto estuvo presente el Presidente Felipe Calderón, acompañado de su esposa Margarita Zavala y sus hijos. Los aspirantes a la Presidencia de la República también escucharon las palabras del Papa.
Durante su discurso, el líder religioso recordó a su antecesor, Juan Pablo II. Al referirse al sobrevuelo que hizo en helicóptero sobre la estatua monumental de 20 metros de altura del Cristo Rey, ubicado en la cima del Cerro del Cubilete, mencionó que el fallecido líder religioso nunca pudo visitar “este lugar emblemático del pueblo mexicano”, aunque lo deseaba ardientemente.
Además del mensaje de esperanza para los fieles, Benedicto XVI dejó “tarea” a las diócesis de los países de América Latina. A ellos corresponde, afirmó, hacer llegar a los católicos la convicción de que resistan a la tentación, una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente.
Pero ahí no acabó el encuentro con la gente. Ya en la noche, el Papa aseguró que México estará siempre en su corazón y que ahora puede comprender a Juan Pablo II quien se sentía un “Papa mexicano”, en un saludo fuera de programa a miles de fieles a las puertas del Colegio Miraflores.
La de ayer fue la última noche de Benedicto XVI en el país, ya que hoy vuela a su próximo destino: Cuba.
Fuente: Informador
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