domingo, 18 de noviembre de 2012

Ciudad de mil colores

Mezcla de culturas y con atractivos para todos los gustos, Ciudad de México es el destino turístico más visitado de Latinoamérica.
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DÉBORAH FRIEDMANN

Si por estos días planea visitar Ciudad de México y tiene la posibilidad de elegir cuándo lo hará, un consejo: intente que su estadía coincida con el 1° y 2 de noviembre, Día de Todos los Santos y Día de los Difuntos. Es que más allá de sus creencias religiosas, estar en esas jornadas en suelo azteca es una experiencia -fusión de las tradiciones indígenas con las cristianas y la sensibilidad popular- que no olvidará.

En esos días o en cualesquiera otros, para empezar a conocer la capital de México una opción recomendable es el Centro Histórico. Si no se aloja cerca de allí, puede desplazarse en el Turibus (www.turibus.com.mx), que por un precio accesible (US$ 11 entre semana y US$ 13 los fines de semana) le permitirá ver los puntos más importantes de esa área de la ciudad, descender en el que desee -hay 26 paradas y puede bajar y subir las veces que quiera- y seguir con su recorrido.

Se bajará a pocos metros de la Plaza Constitución, conocida como Zócalo, la segunda más grande del mundo después de la Plaza Roja de Moscú. Es el sitio de celebración y manifestaciones por excelencia, que se suele vestir con exhibiciones -actualmente se presenta México en tus sentidos.

En esos días festivos, las ofrendas a los difuntos colman sus alrededores. Encontrará desde pequeños altares en las escaleras de ingreso a los hogares, donde en general se colocan los alimentos y bebidas que el difunto más disfrutaba en vida junto con dibujos y flores, hasta montajes que son verdaderas obras de arte.

La escena requiere de todos sus sentidos. El aroma a flores se mezcla con el humo del incienso que utilizan indígenas que bailan entre la gente, ancianas que cantan, punks que hacen performances, sonido de tambores, rock y heavy metal, vendedores de comida y de objetos alusivos -como por ejemplo chocolates con la imagen de una calavera y la inscripción "Muerte, no te tengo miedo". Es un homenaje a los muertos, único, con respeto, alegría y color, declarado por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Cuando se sienta apabullado puede dirigirse a la Catedral, que reúne en un mismo espacio distintos estilos de la época virreinal. A pocos pasos, el Palacio Nacional, además de ser la sede del Poder Ejecutivo, alberga los famosos murales de Diego Rivera, tanto en la escalinata principal como en los corredores del patio central. Imperdibles.

Antes de abandonar la zona, las ruinas del Templo Mayor lo estarán esperando a pocos metros de allí. Son los restos de Tenochtitlan, capital de los aztecas, área descubierta en la segunda mitad del siglo XX, durante las obras de construcción del metro de la Ciudad de México.

Si para ese entonces quiere hacer un alto, puede optar por el Café Tacuba, uno de los restaurantes con más tradición del DF. Son unos 15 minutos a pie, hacia el Palacio de Bellas Artes, una caminata que bien vale la pena.

Luego, podrá visitar el fastuoso Palacio, que integra el art nouveau en el exterior con el art déco en su interior. Si su llegada coincide con los primeros días de noviembre, encontrará en su explanada un gigantesco altar en homenaje a los difuntos y diversas performances. En 2011, por ejemplo, podía verse un esqueleto rockero, otro que era una cocinera y una calavera fantásticamente pintada en el piso en tizas de colores.

El Palacio es también escenario de exposiciones y espectáculos. Para continuar empapándose de la multifacética cultura local, y si su bolsillo se lo permite, puede disfrutar del Ballet Folklórico de

Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/ciudad-de-mil-colores/sds_670820_121021.html

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