El patrimonio no espera
Viernes, 26 Octubre 2012 por Juan Palomar Verea
Una proporción significativa de los inmuebles patrimoniales del perímetro A del Centro Histórico de Guadalajara sufre de abandono o subocupación. Mientras se siguen buscando alternativas para conservar y aprovechar adecuadamente este patrimonio arquitectónico, el deterioro avanza. No solamente en términos del daño físico, sino en lo que concierne a la misma disposición de los actores (propietarios, promotores, autoridades) para emprender acciones con oportunidad. La persistencia de una situación adversa crea una inercia negativa cada vez más difícil de revertir. Por eso urge encontrar acciones concretas y eficaces que demuestren que hay alternativas viables.
Sin duda es necesario trabajar en ambos niveles: el de la construcción de políticas, estrategias y programas para aspirar a un acercamiento integral a la problemática. Y el de las soluciones puntuales que, enmarcadas en adecuados criterios generales, produzcan avances visibles e inmediatos que puedan servir como detonadores de procesos de mejora en distintos ámbitos.
Hay una fortaleza evidente en nuestro contexto profesional. La del considerable número de arquitectos y profesionales interesados y capacitados para generar planteamientos y soluciones tanto de gestión como arquitectónicas para atender esta multitud de oportunidades. Al mismo tiempo, cada vez más ciudadanos (entre ellos muchos propietarios) están convencidos de la importancia de una conservación inteligente del patrimonio urbano. Lo que se requiere es, entonces, ser capaces de convertir lo que pareciera ser un cúmulo de problemas indiferenciados y difusos en casos concretos con características definidas para los que se puedan plantear soluciones.
Una proporción significativa de los inmuebles patrimoniales del perímetro A del Centro Histórico de Guadalajara sufre de abandono o subocupación. Mientras se siguen buscando alternativas para conservar y aprovechar adecuadamente este patrimonio arquitectónico, el deterioro avanza. No solamente en términos del daño físico, sino en lo que concierne a la misma disposición de los actores (propietarios, promotores, autoridades) para emprender acciones con oportunidad. La persistencia de una situación adversa crea una inercia negativa cada vez más difícil de revertir. Por eso urge encontrar acciones concretas y eficaces que demuestren que hay alternativas viables.
Sin duda es necesario trabajar en ambos niveles: el de la construcción de políticas, estrategias y programas para aspirar a un acercamiento integral a la problemática. Y el de las soluciones puntuales que, enmarcadas en adecuados criterios generales, produzcan avances visibles e inmediatos que puedan servir como detonadores de procesos de mejora en distintos ámbitos.
Hay una fortaleza evidente en nuestro contexto profesional. La del considerable número de arquitectos y profesionales interesados y capacitados para generar planteamientos y soluciones tanto de gestión como arquitectónicas para atender esta multitud de oportunidades. Al mismo tiempo, cada vez más ciudadanos (entre ellos muchos propietarios) están convencidos de la importancia de una conservación inteligente del patrimonio urbano. Lo que se requiere es, entonces, ser capaces de convertir lo que pareciera ser un cúmulo de problemas indiferenciados y difusos en casos concretos con características definidas para los que se puedan plantear soluciones.
Así, se pueden individualizar y situar las posibles intervenciones: un determinado contexto urbano y una finca específica, con propietarios concretos cuyas expectativas se hagan expresas. Es necesario que el planteamiento tenga como base un aprovechamiento razonablemente redituable de la finca, unos posibles usuarios claramente considerados, el concurso de las autoridades como reguladoras y facilitadoras del proceso y la actuación del profesional en la concepción, gestión y ejecución de la intervención.
Teniendo un universo limitado, diferenciado y evaluado de opciones, y un arquitecto encargado de cada posible intervención, es muy factible que algunas de ellas prosperen y se conviertan en casos de éxito que tendrán por sí mismos un efecto multiplicador. Tanto en lo que respecta al atractivo mercado laboral que los trabajos representan, en las favorables repercusiones económicas, como en lo que concierne a la presencia concreta de una mejora en cierto contexto urbano.
Bien sabido es que el movimiento se demuestra andando: ante la urgencia de atender al patrimonio puede haber una alternativa a corto plazo que cambie la dinámica de un problema que se ha vuelto crónico y cuya solución será de gran trascendencia para la ciudad.
Fuente: Informador
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