martes, 11 de diciembre de 2012


Empiezan a llegar grupos de peregrinos a Gualupita

En esta población, perteneciente a Tianguistenco, desde días antes del cumpleaños de La Patrona, como llaman a la Virgen, se observa la llegada de feligreses, pero la organización de la fiesta comenzó un año antes.

EL ALTAR LUCE EN SU ESPLENDOR.

Santiago Tianguistenco • En Gualupita, población perteneciente al municipio de Santiago Tianguistenco, la vida transcurre como todos los días, excepto por que al centro de la comunidad llegan, por las carreteras de Tenango, Chalma y La Marquesa, camiones repletos de gente, que forma parte de las diferentes peregrinaciones provenientes de Morelos, Pachuca, Querétaro y otros estados del centro del país. Todos con el mismo motivo: la fe en la Virgen de Guadalupe.

Desde un año antes, las organizaciones civiles que participan en las festividades para “La Patrona” buscan a los artesanos de la pirotecnia, quienes son los encargados de llevar los castillos que dan vida y materializan el sentimiento de los asistentes a la iglesia que lleva por nombre el de la Virgen de Guadalupe.

Para llegar a esta zona hay dos vías, una es la autopista de cuota que conecta con Santiago Tianguistenco, y la otra es más barata, la carretera que cruza por Ocoyoacac y que conecta con La Marquesa, por donde llegan los peregrinos.

Y en el centro de la localidad emerge una iglesia que bien podría ser considerada capilla, debido a su tamaño, en donde los retablos de vírgenes, las imágenes del techo y las que acompañan a los visitantes desde el ábside hasta el altar son enmarcadas en pintura color oro, lo que hace resaltar su belleza.

En el nártex, que es el atrio divisorio de la entrada, hasta las inmediaciones de ese ‘patio’, hay una herrería recubierta con flores blancas y rojas, la cual también sostiene unas tiras de las que cuelgan flores de nochebuena y algunas guías de escarcha, anunciando la llegada de la Navidad. Un patio empedrado en donde se respira fiesta, alegría, vida y esperanza.

Los pirotécnicos
En el atrio es posible observar a varios hombres que construyen con mucho detenimiento unas ruedas, que en pocas horas serán convertidas en castillos, al menos tres que en esta ocasión acompañan las fiestas para la Virgen.

“Ocupamos al menos media tonelada de pólvora para cada castillo. Este año nos contrataron cuatro, que comenzamos a trabajar desde tres meses antes y para el montaje de todos tardamos hasta 24 horas, o sea, que el martes por la tarde ya habremos acabado y estaremos encendiendo cada uno”, dijo Roberto Becker, proveniente de Zumpango.

El artesano de la pólvora se acompaña de hasta 20 personas que le ayudan a la construcción de cada torre, de entre 20 y 25 metros de altura, que en esta ocasión tendrá como imagen principal a Juan Diego junto con la Virgen María, “a la patrona le traemos varios regalos más, unos rehiletes y otras estrellas que se merece… nos encomendamos a ella cada año”.

Más al fondo es posible encontrar las oficinas del Mayordomo Fausto Delgadillo, quien platicó la importancia de hacer la celebración del cumpleaños de la Virgen María, “la Patrona y madre de los mexicanos”, para ello esperan hasta 20 mil personas a lo largo de la semana, desde el lunes y hasta cumplir las mandas de cada peregrino o feligrés. Para quienes llegan a pie y buscan un poco de descanso extra, la iglesia les ofrece un albergue en el que apenas si llegan a quedarse 10 ó 15 personas. Reciben alimentos, pueden usar a los baños y pasar una noche menos fría, “porque el pueblo es muy helado”.

Un año de organización
A veces desde un año antes las asociaciones participantes comienzan a organizar la fiesta, son las que recaudan dinero y pagan a los pirotécnicos. Los mayordomos se encargan de las misas, de atender a los peregrinos, el paso y salida de las rondallas, coros o cualquier grupo que decide llegar a “dar Las Mañanitas”.

A las 11:45 de la noche del 11 de diciembre comienzan a llegar las personas hasta el altar, en donde se encuentra la Virgen, mientras en el atrio se llevan a cabo la Danza de los Arrieros, de los Negritos y de las Inditas, en donde participan los niños de Gualupita.

“Nosotros no permitimos que al atrio lleguen los vendedores porque pues se llena de color, de baile, de música y de fiesta. Pero alrededor de la iglesia, en la banqueta, hay de todo. La gente convive, los visitantes nos conocen. Ven a la María, a nuestra madre. Le rezan, le cantan y se van felices, tranquilos por cumplir con sus promesas”.

La fe no sólo es venir el día 12 de diciembre a festejarla con toda su familia, sino sacrificar algo más, entregarle el amor que verdaderamente esperamos recibir y hacerle saber que a pesar de toda adversidad estaremos siempre con ella, porque ella nos cubre con su manto”, dijo una de las visitantes a la iglesia.

“Nosotros sólo podemos pedirle que nos enseñe el camino. Que nos tome de la mano. Nos arrodillamos ante ella, le demostramos cariño, nos reconciliamos con el año, con todo lo que nos pasó en estos días, y tomamos fuerza para seguir adelante. Con nuestros hijos, nuestros maridos… nosotros sólo pedimos concluir nuestro camino”.

Fuente: Milenio.com.mx

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